Mesa de Redacción
Uno de los grandes misterios del mal uso del idioma español es el complicado "sistema" para cometer faltas de ortografía. Una de las perlas más divertidas de los últimos tiempos es el gigantesco letrero hallado en una tienda departamental en la Ciudad de México: "Descuentos Especiales en Lámparas de Alhogeno".
Por supuesto, Alhogeno no era el nombre de la fábrica de lámparas ni una marca registrada, sino -presuntamente- un tipo de iluminación artificial cuya escritura correcta es "halógeno", que proviene del griego hals, 'sal' y genes, 'origen' (que origina sal).
Las lámparas de halógeno se llaman así porque los filamentos en su interior generan ciertos gases denominados halógenos por el proceso químico que permite la generación de luz.
Llama la atención que quien escribió la palabra Alhogeno decidió trasladar la hache muda a una sílaba intermedia, lo que implicaría aspirar aire a la hora de pronunciar Al-oooj (-jo-) geno.
Tal vez el redactor de anuncios de la tienda departamental estaba inspirado por la tradición árabe del idioma español y creyó que Al-hogeno, era como álgebra, algoritmo, alcachofa, alférez, alcázar, alcoba, alféizar, aljibe, alcantarilla o, mejor aún, alcohol. 🖋
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