Cuando Pase el Temblor

Cuando Pase el Temblor

Por Emil Feller

MÉXICO.- Si www.tribu-info.ws tuviera una deidad, ésta sería el azar, porque siempre decide el rumbo que toman los proyectos de nuestro colectivo. Y en esta ocasión no podía ser diferente: desde hace varios meses teníamos planeado lanzar espectacularmente, en el marco del quinto aniversario de nuestra revista electrónica hoy conocida como tribuAméricas®, una publicación de periodismo literario titulada Cálamo&Alquimia®.

Sin embargo, un fraude financiero cometido por una empresa asiática el pasado mes de julio en contra del colectivo tribal en Estados Unidos, que literalmente vació la cuenta bancaria que estaba dando vida a diferentes proyectos, nos obligó a reducir operaciones en la mesa de redacción y suspender temporalmente un buen número de actividades relacionadas con la división de servicios a negocios, entre ellas una fiesta en el terruño de nuestro redactor Louis Boudreaux, con el objetivo de rehabilitar las arcas monetarias de nuestra organización.

En esas andábamos, que se decidió iniciar la publicación en línea de algunos trabajos seleccionados de Cálamo & Alquimia®, para que los lectores fueran familiarizándose con esta faceta de nuestra manera de hacer periodismo en español; pero, para no variar, hubo algunos problemas técnicos para entrar en escena el primer fin de semana de septiembre, como se tenía previsto.

¡Ay, el azar que rige los planes de www.tribu-info.ws!... Este primer atisbo cibernético a Cálamo & Alquimia® comienza el 19 de septiembre de 2005, justo al cumplirse veinte años de un devastador terremoto que obligó a todos los que en aquella época vivíamos en la Ciudad de México a reinventar la vida en una nación donde –se decía- nunca pasaba nada.

Todavía hasta antes de los atentados (¡también septiembre!) de 2001 en Estados Unidos, las conversaciones de los mexicanos que se encontraban de manera fortuita en reuniones y viajes, concluían en una terapia colectiva de remembranza: ¿Y tú dónde estabas cuando empezó el terremoto del 85? ¿qué estabas haciendo cuando más de media ciudad quedó reducida a escombros?...

Ahora ya no inquieta la posibilidad de un nuevo terremoto, sino que el miedo tiene el rostro invisible del terrorismo fundamentalista de la gran cruzada del cristiano renacido George W. Bush contra los fantasmas psicópatas adiestrados por su antiguo socio empresarial saudita, Osama bin Laden… Pero eso es otra historia.

La presentación de Cálamo & Alquimia® en 19 de septiembre tiene un sentido involuntariamente reflexivo, pero desafiante: Al cambiar la fisonomía de la capital mexicana, la onda expansiva de los efectos del terremoto se han sentido, a lo largo del tiempo, en toda la aldea global.

Por un lado, el terremoto removió de entre los escombros a la conciencia ciudadana sepultada en la masacre estudiantil de 1968. La gente que salió a la calle a auxiliar a sus coterráneos revivió participación civil que, aunque en trayectoria zigzagueante, intenta veinte años después, consolidar la democracia como una forma de vida.

Por otro lado, la migración de miles de citadinos que lo habían perdido todo, hacia otras ciudades del país e incluso fuera de él, impulsó un proceso de federalización de la vida política, social y económica de México, que si bien aún no termina, por lo menos quitó a los estados su fachada de provincias coloniales que rinden vasallaje a la capital de un reino: sólo hasta que los capitalinos huyeron del mejor de los mundos posibles en aquel entonces, los gobiernos federales volvieron sus ojos a la dinámica participación de los estados en la construcción del bienestar colectivo y se buscó homogeneizar la calidad de vida en todo el territorio nacional.

A dos décadas del terremoto que construyó una nueva cultura social, destruyendo a una ciudad –la más importante en aquella época-, los avances son escasos porque paralelalmente a los afanes democráticos corrió en aras de la libertad civil, la globalización de la pobreza.

Los mexicanos son más pobres que en 1985 porque han librado una batalla de veinte años contra la imposición del neoliberalismo esclavizante; porque todavía intentan rescatar su esencia cultural de la hegemonía de los dogmas imperialistas; porque quieren seguir siendo mexicanos.

El reto ahora es desterrar para siempre a la corrupción que hace dos décadas causó el derrumbe de cientos de construcciones realizadas sin las mínimas normas de seguridad. Esa corrupción que, en los esfuerzos por cerrar la herida citadina, supura de manera constante porque pareciera que hace falta aún un temblor en el centro de muchos corazones que se han acostumbrado a ella sin entender que la corrupción cierra las puertas de la libertad plena.

Quizá veinte años después del terremoto más devastador de la historia moderna de México somos un poquito más libres; pero no basta para ser más felices como sociedad. Cuando veo los destrozos de Katrina en Nueva Orléans, provocados por esa corrupción que facilita la omisión, deseo fervientemente que el azar que canceló los festejos soñados por el colectivo www.tribu-info.ws en la capital del jazz, lleve a los mexicanos a mejores formas de convivencia y nos sustraiga de otra tragedia para valorar todo lo bueno que puede dar la sociedad a su patria. 🖋

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