Por Martín de Lima Moreno
Los xoloizcuintlis ya son perros de pedigreé por obra y gracia del American Kennel Club y, por lo tanto, nadie tiene motivos para confundirlos con el chupacabras.
Esta especie canina calva y chimuela —entiéndase desdentada— era considerada sagrada por los pueblos prehispánicos que habitaron la región mesoamericana y su carne era muy apreciada en los banquetes. Asimismo, había la creencia de que era un xoloizcuintli el espíritu que guiaba a los muertos en su camino al otro mundo.
Algunas fuentes indican que a mediados del siglo XX se creyó que esta raza canina se había extinguido; pero alrededor de 1954-56 se encontró un grupo de diez ejemplares genéticamente puros que dieron pie al resurgimiento de la especie. Empero, el afán de conservar y multiplicar la especie llevó al nacimiento de ejemplares mezclados con otras razas y las asociaciones caninas borraron su nombre de las listas perrunas chic.
De acuerdo con los expertos, un xoloizcuintli auténtico (hoy de pedigreé) se distingue de uno mestizo por que estos últimos tienen algo de pelo y más dientes que uno de raza pura.
El hecho de que el American Kennel Club haya reingresado el perfil del xoloizcuintli en las listas de la aristocracia perruna sin duda elevará los precios de las mascotas, así como su aprecio entre la gente que gusta de tener perritos de pedigreé. 🖋
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